Conocí el trabajo de Sandra Llinares, y me quedé enganchada al mensaje que transmitía. Cuando tuve la ocasión de hablar con ella y conocer más de cerca su historia, cómo era ella, y cómo expresaba aquello en lo que verdaderamente cree, entendí más aún la esencia de su trabajo. Ella misma lo va a explicar.
Soy Sandra Llinares, fundadora de www.EscuelaEmprenderConExito.com. Ayudo a los profesionales del desarrollo personal y de la salud a crear y vender programas individuales de varios meses para que puedan vivir en exclusiva de su pasión.
Aquí estamos con una nueva entrevista, esta vez en formato vídeo.
Os quiero presentar a Ana, de Frikymama. Si tuviera que utilizar una palabra que la definiera, sería resiliencia. Cuando veáis la entrevista veréis por qué lo digo.
El otro día me encontré con una amiga a la que hacía tiempo que no veía, y le pregunté:
¿qué tal, cómo te va la vida?
Ella me respondió:
Bien, todo bien. La monotonía de siempre, los niños están en una edad que necesitan mucha atención y me dejan agotada. En el trabajo los problemas de siempre, y todo el día de mal humor corriendo con prisas de un lado a otro. Todo bien. Nada especial.
Desgraciadamente es así, llamamos “ir todo bien” aun cuando las cosas no van bien o por lo menos podrían ir mejor. Lo asumimos, lo aceptamos, nos enfadamos, pero no hacemos nada por solucionarlo.
Cuando alguien pregunta ¿qué tal estás? ¿cómo te sientes? Generalmente se contesta haciendo una revisión de los momentos en los que recientemente y de manera prolongada se haya tenido un estado de ánimo positivo. Curiosamente, no influye la intensidad de esas sensaciones, sino solamente la frecuencia con la que las hayamos tenido.
Cuántas veces te has encontrado en una situación en la que a alguien no le ha parecido bien algo que has dicho, o incluso lo que llevabas de ropa ese día. Y estoy segura que esa opinión alguna vez te ha hecho pararte a pensar ¿será verdad? es cierto, no debería haberlo dicho o cosas así.
Cómo evitar que el lenguaje decida nuestras emociones
Cuántas veces nos hemos encontrado diciendo frases del tipo:
“necesito dormir veinte horas este fin de semana” ¿Seguro? ¿Tu organismo es distinto del resto de la población?
“me he olvidado de comprar servilletas de papel, ¡Qué desastre soy!” ¿Verdaderamente crees que eres un desastre por eso?
“mi pareja se ha enfadado y creo que es definitivo. ¡Me va a dar algo! Créeme, se necesitan muchas más cosas para que a alguien le dé “algo”. Igual con el tiempo lo que te da es alegría por la oportunidad que te brindó el destino y aquella bronca para conocer a alguien mejor.
La vuelta de vacaciones muchas veces se nos hace cuesta arriba, y en alguna ocasión más o menos en serio hemos dicho algo así como “tengo síndrome postvacacional”.
Depresión post vacacional, síntomas
Para empezar te diré que es cierto, que se pueden tener unos síntomas que se llegan a asemejar a los de la depresión, pero también te diré que en realidad no existe nada recogido como síndrome depresivo postvacacional en ningún manual diagnóstico de enfermedades mentales.
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